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En este libro, otro de los clásicos del autor, Richard Bach relata un verano excepcional que pasó con dos amigos en los años sesenta. Con dos pequeños aeroplanos y un paracaídas, ofrecían viajes por el interior de Estados Unidos a cambio del dinero para el combustible y la comida. Dormían bajo las alas de sus biplanos, y hacían una vida sencilla y en contacto con la naturaleza. La experiencia les permitió aprender unas cuantas cosas sobre la amistad, el destino y aquello que nos hace humanos, resumidas en la última y significativa frase del libro: «Los problemas son para solucionarlos, la libertad para comprobarla; mientras conservemos la fe en nuestros sueños, nada nos sucederá por simple azar.»