(L/Soc.)
Publicado por primera vez en 1995, el libro Las nuevas sociologías, del francés Philippe Corcuff, se propuso originalmente trazar un mapa de los debates existentes hasta entonces en el campo de la sociología en Francia a partir de la década de 1980. Vale la pena comenzar diciendo que, aunque casi veinte años después de aquella primera edición, el panorama de la sociología sea indudablemente otro, la persistencia en el campo de las ciencias sociales de muchos de los interrogantes planteados entonces confiere una notable relevancia a esta reedición enriquecida y actualizada de su trabajo original.
Desde sus primeras páginas, el libro de Corcuff declara su objetivo de presentar un panorama de las respuestas que la sociología dio en Francia y en el mundo desde los años ’80 en adelante a los problemas epistemológicos y metodológicos derivados de la tradicional estructuración de sus interpretaciones sobre la base de pares conceptuales, tales como idealismo/ materialismo, sujeto/objeto o colectivo/individual. A estos binarismos heredados de las raíces filosóficas de las ciencias sociales, productores de numerosas aporías en el tratamiento de lo social, el autor sugiere contraponer lo que denomina relacionalismo metodológico. Bajo este título general, Corcuff propone agrupar aquellos programas de investigación que, con un léxico constructivista, intentaron avanzar hacia una superación de la dualidad establecida entre el holismo metodológico y el individualismo metodológico mediante un desplazamiento del foco de análisis hacia las relaciones sociales que existen entre los individuos.
Así las cosas, el autor se propone presentar el desarrollo de este enfoque en sus distintas variantes durante los últimos treinta años, recuperando sus raíces en algunos de los grandes autores del siglo xx, analizando los puentes de la sociología francesa con el campo de las ciencias sociales en el resto del mundo. De esta manera, con el correr de los capítulos el autor emprende una reconstrucción de los grandes debates de la sociología francesa y mundial alrededor de algunos de los principales temas que han ocupado a las ciencias sociales: las estructuras sociales, las interacciones, los grupos sociales y el problema del individuo.
Corcuff inicia este recorrido recuperando la obra de algunos de los pensadores que durante el siglo xx problematizaron el pasaje entre lo colectivo y lo individual, o entre lo objetivo y lo subjetivo. Analizando las principales contribuciones de Norbert Elias, Pierre Bourdieu y Anthony Giddens, da cuenta de la radical importancia de estos autores como referentes de la sociología contemporánea, ponderando el valor de sus aportes pero señalando también sus carencias. La noción de interdependencia de Elias, los conceptos de habitus, violencia simbólica o campo de la obra de Bourdieu, así como la noción de Giddens de estructuración, aparecen como piedras fundacionales y puntos de partida de recorridos diversos y presentes hasta nuestros días, enlazadas al trabajo de sociólogos contemporáneos como Michel Dobry, Bernard Lahire, Löic Wacquant o Sylvia Faure.
En esta sucesión de discusiones e intercambios, como no podía ser de otra manera, el legado de Pierre Bourdieu aparece como una referencia de particular importancia en virtud de la magnitud de sus contribuciones, de su papel fundacional para el lenguaje constructivista y del peso de sus trabajos en la esfera intelectual francesa. La impronta del autor de La distinción es particularmente destacada desde las primeras páginas del libro, y algunos conceptos clave de su obra, que se vuelven estructurantes de los debates que Corcuff reconstruye, reaparecen reiteradamente en las páginas siguientes.
El itinerario continúa con autores más ligados al paradigma interaccionista, pero particularmente destacados por haber extendido la mirada por fuera del ámbito microsociológico para dar cuenta de las grandes dinámicas que condicionan a los individuos y sus interacciones. Se trata, en pocas palabras, de recuperar los aportes que para el enfoque relacionalista y el lenguaje constructivista han hecho las obras de Peter Berger y Thomas Luckmann con sus trabajos sobre la construcción social de la realidad, así como la etnometodología de Harold Garfinkel. Para ello, sin embargo, el autor no puede sino volver sobre las raíces de estos trabajos en la sociología del austríaco Alfred Schütz, introduciendo una dimensión fenomenológica a partir de la cual es posible pensar los pasajes entre el orden subjetivo y el objetivo.
Al mismo tiempo, siguiendo la estructura argumental que caracteriza al libro, Corcuff recorre los trabajos de algunos de los autores que han investigado bajo la influencia de este legado constructivista en las últimas décadas, tales como la sociología económica de Michel Lallement o Jean-Louis Laville, que desnaturaliza los fenómenos económicos en clave de construcción social, o el pensamiento de la integración de niveles e imbricación de contextos de Aaron Cicourel. Corcuff explica en profundidad los aportes de estos enfoques de corte más interaccionista, pero no deja sin embargo de señalar los problemas para fundar una lógica científica que se derivan de construcciones epistemológicas fundadas en el orden subjetivo, crítica que atañe particularmente a la sociología de las ciencias de Michel Callon y Bruno Latour, cuyo enfoque a caballo entre el relativismo metodológico y el relativismo epistemológico dificulta la posibilidad de definir criterios de validez científica.
La construcción social de la realidad como confluencia del orden subjetivo y el objetivo aparece fuertemente trabajada en el tercer capítulo del libro, consagrado a las contribuciones hechas en el campo de la sociología a propósito del problema de los grupos sociales, en particular en lo que atañe a las clases. En esta sección, el autor vuelve sobre el legado del historiador marxista británico Edward P. Thompson y su trabajo sobre la formación de la clase obrera en Inglaterra, obra central por su empleo de la noción de experiencia como mediadora entre las condiciones objetivas que delimitan un grupo y el proceso subjetivo de formación de su identidad. Corcuff reconstruye aquí la recepción de la obra de Thompson, sólo traducida al francés en 1988, y sus repercusiones sobre el campo francés de las ciencias sociales a partir de la década del ’80. Y en esta línea resulta de particular importancia Les cadres, de Luc Boltanski, un importante referente de la sociohistoria constructivista de los grupos sociales, así como la distinción de Bourdieu entre lo que denomina la clase probable o “clase sobre el papel” (un conjunto de agentes que ocupan posiciones similares) y la clase movilizada o “real” (aquella que cuenta con portavoces e instituciones comunes). De igual modo, Corcuff muestra las contribuciones al campo de Alain Desrosières y Laurent Thévenot, quienes desde el campo de la estadística desarrollaron productivas investigaciones acerca del trabajo de categorización social y la elaboración de un concepto complejo de representación, así como otros aportes desde el campo de los estudios de género, particularmente productivo durante los últimos años en los Estados Unidos pero con aportes de gran influencia para la esfera francesa.
La sección final del libro de Corcuff se dedica al examen de las contribuciones realizadas en la sociología a propósito de un tema de especial relevancia durante las últimas décadas: el problema del individuo y los procesos de individuación. El autor retoma en este punto la conexión establecida al principio del libro entre las corrientes filosóficas y los paradigmas interpretativos de la sociología, para presentar distintas conceptualizaciones de lo individual, que ponen en diálogo los aportes de autores como Paul Ricoeur, Jocelyn Benoist, Pierre Bourdieu, Luc Boltanski y François Dubet. Privilegiando como siempre los planteos relacionalistas, destaca tanto los trabajos enfocados en perspectivas históricas, tales como las contribuciones de Robert Castel sobre el nexo entre el individualismo moderno y la constitución del Estado social, como diferentes lecturas del individualismo propio de las sociedades contemporáneas. Esta línea de investigación, muy desarrollada durante las últimas décadas y con referentes importantes en el mundo angloamericano, ha tenido también una fuerte repercusión en la sociología francesa, y es por ello que Corcuff recupera algunos de sus aportes, destacando autores críticos del ascenso del individualismo, tales como el norteamericano Richard Sennett, así como otros posicionados en una perspectiva más comprensiva, como el ya mencionado Anthony Giddens.
Particular importancia revisten para esta discusión sobre el fenómeno individual dos tradiciones anteriormente analizadas por Corcuff: por un lado, el constructivismo estructuralista de Pierre Bourdieu con su concepto de habitus, acuñado originalmente para referirse a las disposiciones estructurales de los agentes sociales pero retomado críticamente por escritores contemporáneos como Bernard Lahire en clave deconstructiva y radicalmente plural; por otro lado, el legado de la fenomenología del austríaco Alfred Schütz, recuperado por la sociología pragmática de Luc Boltanski y Laurent Thévenot para desplazar el foco de examen hacia “la acción en situación”, aunque intentando mantener una perspectiva de análisis que sobrepase el marco microsociológico.
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